La clase y elegancia en la forma de vestir de las mujeres colombianas así como su participación dentro del ambiente laboral en la sociedad es el valor agregado que quieren darle los empresarios mexicanos a sus clientes de ropa interior y exterior para dama en su país.

Aunque puede ser un concepto más cultural que de negocio, esta autonomía de las mujeres colombianas y el poder adquisitivo en sus hogares es la que determina la compra de estos productos sin importar el costo. Además, el parámetro fija las pautas de diseño pues este tipo de compradores son consumidores más exigentes.

Los productos que las empresas mexicanas quieren comprar en Colombia son toda la gama de ropa interior para dama como brasieres y pantaletas, y algunas prendas de ropa exterior.

La ropa interior colombiana es apetecida en México por su calidad y diseño. El objetivo es poder entregarles a los compradores, en ese país, productos diferentes, sin importar el precio.

De acuerdo con un empresario de una de las compañías multinacionales más prestigiosas de confecciones con presencia en México, que prefirió la reserva de su nombre, en Colombia las compañías desarrollan el concepto y luego lo traducen en productos, mientras que en otros países hay que entregar todas las especificaciones completas.

“La fortaleza que tiene Colombia es que hay mucho diseño. Las empresas están enfocadas en hacer cosas atractivas y con detalle. Pueden ofrecer opciones diferentes a las de otros países que simplemente son maquiladores”, agrega el empresario.

Por su parte, Rolando Arteaga Gutiérrez, director comercial de Comercializadora Merco S.A., grupo empresarial que tiene 34 tiendas en el norte de México, destaca que en Colombia buscan calidad y diseño, más no productos a un menor costo. “El requerimiento nuestro es que sean vanguardistas, que estén al día. Tenemos que pensar en cambios más frecuentes. Ya no podemos quedarnos en invierno y verano, sino en moda de dos meses”.

La percepción que tienen los empresarios mexicanos sobre sus similares colombianos es que son muy comprometidos con su labor y cumplen las promesas de venta. Además, que la ventaja de hacer negocios mutuamente es que todos son latinos, hablan el mismo idioma y poseen gustos y tendencias semejantes.

Al momento de seleccionar la empresa colombiana con la que se va entablar un relación comercial, la compañía multinacional realiza una evaluación integral de la organización y verifica los esquemas de seguridad, el poder financiero, la capacidad de diseño, creación, producción, estructura de calidad y el tipo de certificaciones que posee.

En el tema laboral la multinacional revisa los siguientes aspectos en las empresas que contrata:

Por su parte, Gutiérrez no ha encontrado inconvenientes en el manejo de los volúmenes en las empresas con las que pretende hacer negocios, puesto que Colombia tiene ventaja frente a la China, que solo despacha contenedores completos. “Aquí podemos manejar entre 200 y 900 piezas por referencia”, comenta.

Desde el punto de vista del precio, los empresarios mexicanos no se preocupan por pagar un poco más por los productos, lo verdaderamente importante es cautivar a los compradores con prendas de alto valor agregado.

“Efectivamente los precios están elevados, pero lo que nosotros compramos es diseño y valor agregado. Colombia es el lugar donde el diseño está enfocado a la mujer, es de muy alto estándar y exigente en sus gustos”, destaca el directivo de la multinacional.

Actualmente, la compañía está estudiando varias opciones para establecer relaciones comerciales con empresas colombianas. Lo que falta es la verificación de la aceptación de los productos en el mercado y la oferta con precios competitivos.

Las preferencias de estas dos empresas, al momento de comprar productos en el exterior, están en países como Argentina, Costa Rica, India, la China, Indonesia y Estados Unidos. Pero cuando buscan calidad y elementos fuera de lo común, la demanda se inclina para Colombia.

Finalmente, para acceder al mercado mexicano, los empresarios recomiendan que hay que trabajar en productos que ofrezcan algo diferente y que sean fabricados con materiales exclusivos. Como también, que las empresas estandaricen sus procesos, pues las plantas de producción en México elaboran prendas en 10 minutos y en Colombia se hacen en 20 minutos.

Con todo esto, se logra que las mujeres mexicanas marquen la diferencia y sean las promotoras en exigir calidad en las prendas que compran, pues como las colombianas, sus preferencias determinan las pautas de moda y las tendencias comerciales.