Historia de la Integración Económica


Desde la segunda mitad del siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña fue la nación líder del comercio internacional con un sistema basado en el librecambio, es decir, sin trabas comerciales, sin barreras arancelarias, sin obstáculos para el movimiento de trabajadores y capitales, y con convertibilidad de las monedas al patrón oro.


Una vez terminó la Primera Guerra Mundial y a raíz de la pérdida de poder como resultado de la guerra, Gran Bretaña dejó de ser el centro del comercio mundial, lo que a su vez, impactó las relaciones económicas internacionales.



Por lo anterior, en 1934, EE UU ratifica la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos y da inicio a una política comercial basada en la negociación de acuerdos bilaterales que se basaban en el “principio de la reciprocidad”, es decir, aplicar una reducción a los aranceles de determinados productos a cambio de un trato equivalente o recíproco. Así mismo, se reinstaura el “principio de la Nación Más Favorecida” para explicar que si se concede a un país una ventaja especial, ese trato debe ser extendido automáticamente a las otras partes que firmaron el acuerdo.


De esta forma, el librecambio se sustituyó por el bilateralismo y este predominó hasta finales de la Segunda Guerra Mundial cuando nacen EE UU y la Unión Soviética como bloques ideológicos e influyentes.​​​​​​​



La crisis económica mundial desatada por la depresión de 1929, aceleró la caída del sistema comercial por lo que los países comenzaron a aplicar políticas proteccionistas como el aumento de los aranceles aduaneros y la imposición de obstáculos a las importaciones.


En 1930, EE UU promulga la ley Smooth Hawley con la que incrementa los aranceles de 900 artículos. Así mismo, Gran Bretaña abandona el patrón oro (1931) y aprueba la ley de Derechos de importación (1932). Estos acontecimientos no solo acabaron con la época del libre comercio, sino que presenciaron una caída importante en el intercambio de manufacturas.





EE UU mantuvo una visión liberal y propuso la reconstrucción de un mundo estructurado, desde el punto de vista económico, en un trípode institucionalizado que se compuso de la siguiente forma:

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Una vez estas instituciones fueron creadas y a medida que el comercio iba avanzando, los países comenzaron a ver los procesos de integración como una nueva forma de hacer frente al desarrollo económico, buscar la paz y dar fuerza al poder de negociación internacional.


Características de los procesos de integración


Jorge Mariño, en su libro La supranacionalidad en los procesos de integración regional, señala como esenciales de todo proceso de integración regional, las siguientes características:

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  • Los sujetos son los estados soberanos.
  • Los estados emprenden el proceso integrador en forma voluntaria y deliberada.
  • Todo proceso debe ser gradual, es decir, se debe avanzar por etapas.
  • Las etapas deben ser cada vez más profundas y dispersas; de allí la necesidad de la progresividad y la convergencia del proceso.
  • El proceso de integración se inicia con acercamientos económicos, pero lentamente y dependiendo de cada proceso, la agenda va incluyendo nuevos temas de las áreas sociales, culturales, jurídicas, y políticas de los países miembros.

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